
El modelismo naval es una actividad que combina historia, arte y técnica, y consiste en la construcción de barcos a escala. Para los aficionados, las mesas y los escritorios suelen convertirse en pequeños talleres navales y el trabajo artesanal cobra vida a escala.
Miguel O. Alonso (73) es un apasionado modelista naval cuyo talento y dedicación lo han llevado a ser reconocido en todo el país. Nacido en Villa María (Córdoba) y actualmente radicado en San Carlos Centro (Santa Fe), Miguel ha vivido en distintas ciudades argentinas.
Sus modelos han sido reconocidos en la exposición del Círculo Argentino de Modelismo en Buenos Aires o en la conmemoración de los 100 años del Puerto de Santa Fe en el año 2010. También en la Feria Provincial de Maestros Artesanos en Santa Fe o el concurso Nacional de Modelismo en el Centro Naval de Buenos Aires, entre tantos otros.

T.F.- ¿Cómo descubriste el modelismo naval y qué te motivó a empezar en esto?
M. A.- En el 2007 inicio la travesía por esta noble actividad, siendo mi esposa y mis tres hijos el viento de popa que mantiene henchidas las velas. Muchos me preguntan por mi experiencia naval y tengo dos respuestas: una, bañada de realidad, que es la de ir a pescar de vez en cuando a un río cercano en una lanchita de 4,50mts. de eslora provista de un motor de 30 H. P. y, la otra, es la de afirmar que en mi niñez fui grumete de Sandokán, en mi adolescencia formé parte de la tripulación de los barcos que llevaron a los miembros de la familia Ballantyne en sus aventuras por África y que tan bien describiera Wilbur Smith, estuve a bordo del Perla Negra, peleé junto a nuestro primer Almirante en la batalla de Montevideo, vi los hielos antárticos junto a Juan José Sobral…sobreviví al naufragio del Titanic, desembarqué en Normandía…
Estas imágenes, que ahora se llamarían virtuales, fueron y son mi sana fantasía que renacen cuando visito el Museo de Trenes en Miniatura “Trenshow” de La Falda (Córdoba), y al ver unas maquetas de embarcaciones, allí exhibidas, siento el impulso de comenzar con este milenario hobby. Cuando me acuerdo sigo atrapado absolutamente en el mismo…

De tan dispares experiencias es natural que los modelos realizados sean tan diferentes en épocas y lugares. En el momento de elegir el modelo, uno lo está abordando, se hace tripulante y pone en juego sus saberes sin darse cuenta que empieza la verdadera investigación que cobra vida en el hacer de cada pieza, de cada nudo, de cada ancla, en el respeto a la hora de elegir los materiales.
Mientras el modelista se pregunta, el artesano se esfuerza para lograr ese “toque personal” que permite saborear la obra. Así, quien mire un modelo se sienta pisando la cubierta, levando anclas, izando velas, maniobrando el timón. Esta conjunción convierte en mezquina a la palabra “réplica”.
En todo caso, el modelo terminado es un testimonio de una época, de una situación geográfica e histórica, y subyace en él un proceso de construcción y un cúmulo de materiales que para el ojo entrenado saltan a la vista y el modelista tiene el compromiso ético de transmitir a los otros, toda esa experiencia como forma de reproducirla. Es ese compromiso el que me lleva a usar las nuevas tecnologías para tener un profuso intercambio con colegas de todo el mundo.

T.F.- ¿Cuál fue la primera pieza que realizaste?
M.A.- Mi primer modelo fue un “Drakkar”, nave de guerra vikinga, del Siglo X., realizado en el año 2007, en escala 1/48, sobre planos de Luis Segal, publicados en la Revista Hobby, según la interpretación de C.G. Davis de los restos de una nave encontrados en un sepulcro, en Gokstadt (Noruega). Utilicé la técnica scratch en todos mis modelos, donde la totalidad de las piezas son elaboradas por el modelista.
T.F.- ¿Lo considerás un hobby?
M.A.- No estoy tan seguro de definirlo como hobby ya que, en el caso del modelismo, la actividad lleva implícita un estudio histórico y técnico. Además, el producto obtenido debe ser una representación absolutamente realista de una embarcación que existió o existe. Esto condiciona el proceso que debe encarar un modelista.
T.F.- ¿Cómo es el proceso de trabajo?
M.A.- El primer paso es la elección del modelo y en ello intervienen múltiples causas. En ocasiones es el formato de la embarcación, en otras, es su desempeño histórico como también el avance tecnológico en su construcción. En lo sucesivo, estudio las características generales de la nave (dimensiones, materiales, arquitectura, contexto histórico) que me lleva a decidir una escala que implica posibilidades de traslado, depósito, costos y exposición, sin perder de vista, el compromiso de brindar una idea detallada a quien observa la pieza. Con estas consideraciones y teniendo en mano los planos, comienzo la construcción, desde la quilla y las cuadernas, siguiendo por el traqueado, colocación de cubiertas, castillos, mástiles, bordas y velas.
T.F.- Cuáles son esos proyectos en los que te interesa trabajar
M.A.- Me interesa representar modelos de distintas épocas y lugares, siempre que se trate de barcos construidos en madera y, en general, impulsados a vela.

El modelismo naval en Argentina cuenta con una comunidad de maquetistas aficionados de diferentes ciudades y suelen agruparse en clubes o asociaciones, como en la Asociación Amigos del Modelismo Naval de la República Argentina o en el Museo Naval de la Nación, de Tigre, por ejemplo; donde se dedican al modelismo naval en scratch; esto es una técnica en el que la construcción de un modelo parte desde cero y consiste en crear todas las partes y estructura de la pieza. Otros aficionados al modelismo arman sobre kits comprados y suelen estar federados en la Sociedad Internacional de Modelistas Plásticos.